Por Ana R. Cañil

Los datos de las encuestas son malos para los socialistas andaluces. El miedo cala y aunque entre susurros, ya se invocan los nombres de las denostadas viejas glorias. Alfonso Guerra para la alcaldía de Sevilla. Felipe, que se emplee para la campaña con Griñán. Y Manuel Chaves que siga en Madrid como vicepresidente después de la crisis del verano. ¿Osará Zapatero tirar de los viejos rockeros pese a su amor propio, ya apaleado?

Los intentos de fuga de Alfredo Sánchez Monteseirín, el alcalde de Sevilla, han disparado los rumores sobre una posible candidatura de Alfonso Guerra a la alcaldía de la cuarta ciudad más poblada de España, feudo socialista histórico, y tan importante en la vida y trayectoría de la vieja guardia socialista, del dúo Felipe-Guerra.
Pero Guerra no parece estar por la labor. No lo estuvo ya en el 2007 y dificilmente lo estará ahora, aunque es una decisión “muy personal” según sus amigos más cercanos. “Tiene 70 años y algunos achaques de salud. Nada importantes, pero dudo de que le vayan a convencer. Deberían de tener pudor. En las últimas elecciones no le incluyeron en ningún acto de campaña. ¿Ahora van a resucitar a Guerra y a Felipe para recuperar Andalucía?”

Porque pese a la aparente indiferencia ante los desastrosos datos de los sondeos -el PSOE cae en Andalucía ante el PP de forma estrepistosa por primera vez en la democracia- la procesión va por dentro. Una derrota en el feudo socialista más poderoso, aunque el PP no lograse la mayoría absoluta, sería la puntilla para la moral de las gentes de Zapatero. Por eso, el runrún sobre la recuperación de viejas glorias se ha acentuado en los últimos días, a medida que saltan los datos demoscópicos.

Chaves se queda en Madrid

Eso es lo que el vicepresidente tercero del Gobierno ha dicho a los suyos de Andalucía y de la capital. Después de junio, cuando ZP haga la crisis de Gobierno, el vicepresidente tercero seguirá formando parte del Gabinete socialista, y alguno de sus colaboradores está seguro de que será vicepresidente primero, en el puesto de María Teresa Fernández de la Vega. O segundo.
Ah, pero esto de los hombres futuros del presidente da para otra toma de película. La lista que corre por algunos despachos es demasiado buena como para ser cierta. Os la contaremos.

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