El ex jefe de Intermoney conoce a la docena de expertos elegidos por el Gobierno “y son académicos, con unos sueldos más bien bajos. Como no soy nada corporativista, puedo decir que no me creo que no les influya el hecho de que hayan trabajado o trabajen para aseguradoras o bancos. Que conste que yo no estoy en contra de la reforma de las pensiones, lo que digo es que ya se hizo una y que ahora no es el momento. No se puede empezar la casa por cambiar el tejado cuando hay un huracán y lo que el informe va a hacer es crear más miedo al futuro entre los consumidores y hundir el consumo. Luego está el hecho de que no me parece bien que el Gobierno utilice a los técnicos como escudo para tomar las decisiones conflictivas”.

Expertos como parapetos

Al catedrático de Economía Santos Ruesga, el único de esos doce sabios que ha votado en contra de los términos de la propuesta, la sensación de que el Gobierno solamente los iba a utilizar como parapeto, para no tener que anunciar a palo seco una rebaja brutal de las pensiones, no se le ha ido desde la primera reunión que tuvo lugar con los otros once miembros del Comité. “Dejando aparte lo de sabios, que me suena a cierta coña, desde el principio pensé que el Gobierno no quería afrontar en solitario el coste político que tiene una reforma de las pensiones como ésta. Los tiempos y el contenido los tenían y los tienen muy calibrados. Había mucha prisa y a la vista está. Se debatirá antes de que lleguen las vacaciones, entre octubre y noviembre pasará por el Parlamento y para enero entrará en vigor. Lo único que querían era un recorte del déficit vía pensiones. Sólo así se entienden tantas prisas y así lo he manifestado en las reuniones”, apunta el profesor de la Autónoma, que ya estuvo también en representación de UGT en la reforma del Pacto de Toledo.

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