A mitad del pasado mes de julio, Mariano Rajoy se reunía con los 17 más poderosos, los miembros del Consejo Empresarial por la Competitividad (CEC), presuntamente los más influyentes de España. Les prometió estabilidad, entre otras muchas cosas. Allí estaban Botín (Santander), Alierta (Telefónica), Isidoro Álvarez (El Corte Inglés), Fainé (La Caixa), Bufrau (Repsol), Andic (Mango), Lara (Planeta)… Los cuatro últimos nombres, más el de Salvador Gabarró presidente de Gas Natural, están agrupados porque tienen algo en común: su catalanidad.

Son los que por ser catalanes y españoles -ninguno de ellos se definiría como catalán exclusivamente, al menos en público- viven el proceso soberanista más que con preocupación, con miedo. Y en la medida de sus posibilidades, intentan aún influir tanto en el president Mas como en Rajoy, para que la senda de difícil vuelta atrás no termine en ruptura absoluta entre Cataluña y el resto de España.

Del asunto han hablado en varias ocasiones con el Rey, unos más que otros. Sobre todo Isidro Fainé, el presidente de la Caixa, quizá uno de los tipos más afectados por lo que sucede entre Catalunya, atizado con leña resinosa por situaciones extremas, que van desde los editoriales “sediciosos” de ABC hasta el ala más dura del independentismo. Ambos extremos se retroalimentan.

El grado de miedo entre los factotum económicos no es idéntico, ni mucho menos. En el caso del presidente de la Caixa, la situación es más compleja. Preside una de las tres entidades financieras más importantes de España, que además tiene su sede social en Cataluña, pero con vocación de negocio nacional. No en vano La Caixa es la primera entidad financiera de Andalucía, algo a no olvidar en ningún momento.

Además, Fainé está obligado a ser el más discreto de todos los grandes implicados en la historia, precisamente por tamaño, influencia y presencia en el accionarado de Gas Natural o Repsol. Mientras el presidente de Planeta, José Manuel Lara, es nítido y no tiene problemas en anunciar que su grupo se marcharía de Cataluña a Sevilla si triunfara la vía soberanista, la familia Andic (Mango), define su negocio como el de una multinacional que, aunque con sede en Cataluña, se expande por el mundo entero. En cuanto al presidente de Repsol, Antoni Brufau, será muy catalán en cuanto a su persona, pero Repsol es una multinacional española con sede en Madrid. Ah, y Gas Natural. Pero sucede que la gasista está repartida entre la Caixa (35%) y Repsol (30%) y Fainé está empeñado en soltar lastre como sea.

La Caixa y Repsol hace tiempo que negocian con inversores de los emiratos árabes la venta de una parte de sus acciones en Gas, según los analistas y varios medios, forzados presuntamente porque Repsol necesitaría dinero tras la expropiación de YPF. Pero ¿sólo Repsol necesitaría dinero? No, esa es la versión más cultivada por los comunicadores, para no destacar que a la Caixa de Fainé le viene como anillo al dedo -mejor que a Repsol- vender una parte del paquete accionarial de Gas Natural, entre otras cosas para afrontar las exigencias del Banco de España y el ejercicio financiero que la troika va a observar con lupa en las grandes entidades españolas de aquí a noviembre.

La entidad catalana también necesita hacer caja frente a presumibles e indeseables vaivenes o campañas desafortunadas que se podrían poner en marcha por parte de la caverna política y mediática, en caso de que avance el soberanismo más si cabe. Fainé querría deshacerse del 20% en Gas Natural, y quedarse con un 15, mientras que le gustaría que Repsol vendiera un 10% y quedarse con otro 10%. Entre la Caixa y Repsol, según las cuentas de la entidad financiera, podrían seguir con el control de Gas, un cuento de la lechera que está por ver que cuaje.

A los grandes empresarios catalanes -Fainé, Lara, Antic, Brufau, Gabarró y el presidente de la CEOE, Joan Rosell- el independentismo les pone los pelos de punta,se pertrechan como pueden y tienen que pisar con pies de plomo antes de hablar, pero como ya ha evidenciado Lara, unos arrastran más plomo en sus suelas que otros.

Y esta media docena -o docena y media de nombres poderosos, rebuscando mucho- tampoco son una mayoría entre sus colegas catalanes. De hecho, en la patronal Foment del Treball, tienen claro que hay muchos medianos y pequeños empresarios, botiguers, el grueso del tejido empresarial catalán, que no necesariamente verían con malos ojos el independentismo. Ni mucho menos.

La cuestión ahora es saber si los miembros catalanes de ese Consejo Empresarial, la mayoría amigos personales del Rey, tienen ya alguna influencia -con o sin Juan Carlos- en esta merdé que cabalga hacía nadie sabe dónde, sin encontrar un buen jinete que le sujete las bridas para no partirse las patas en el gran salto.

Postdata: El Consejo Empresarial de la Competitividad, cuya principal tarea es ningunear a la inoperante CEOE (con perdón) y reunirse con el Rey y Rajoy -entre otros- está formado por Telefónica, Santander, BBVA, La Caixa, Inditex, El Corte Inglés, Mango, Repsol, Iberdrola, Mercadona, ACS, Acciona, Mapfre, Grupo Planeta, Grupo Barceló, Ferrovial y Havas Media Group.

Publicado en Zoomnews.es

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